Cada vez que usted abre una aplicación en su celular, se devuelve miles de años a un viejo principio, el de Arquímedes: "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo", solo que actualizado. Hoy, habría que decir: escribe el código de lo que sueñas, resolverá un problema y cambiarás el mundo.
Así lo hizo Mark Zuckerberg, una noche en su dormitorio de la Universidad de Harvard cuando creó Facebook. Otros CEO de la industria tecno siguieron el legado del pionero, Bill Gates, que empezó a programar a los 13 años.
Habría que revisar la historia de Elon Musk, fundador de Tesla Motors, una de las compañías más disruptivas de los últimos años; o Kevin Systrom, cofundador de Instagram.
Recientemente Evan Sharp recordó a El diario El País de España, que guardaba los enlaces web, "no por el texto, sino por las imágenes, que es lo que me interesaba al estudiar arquitectura. Aprendí a programar (...), e hice que de cada enlace tomase las imágenes y las ordenase de manera sencilla". Así nació Pinterest, un emporio digital con 30 mil millones de pines.
Los programadores emergen con renovado ímpetu. "Los CEO actuales son programadores y nadie como ellos para continuar una visión inicial. Además, el software está en todas partes, no hay industria que no se afecte con esto. Como dijo Marc Andreessen: "el software se está comiendo el mundo"", anota Germán Escobar, impulsor de Make it real, un "bootcamp", como se denomina a un tipo de experiencia educativa inmersiva.
Modelo agotado
Cuando Garth Sundem, en su libro, The Geek"s guide to world domination, estableció la diferencia entre el nerd y el geek, dijo que los segundos tienen una pasión tan marcada por la tecnología que se convierten en grandes expertos. Hoy resulta clave acceder a ciclos cortos, para actualizarse sobre algo que se precise en alguna etapa de un proceso.
Germán cree que el modelo tradicional, el de las universidades falló para responder a la demanda de desarrolladores en un mundo volcado a la tecnología. La clase magistral funcionaba bien porque el acceso a la información era limitado. Con internet, el horizonte se amplió: los maestros son más "mentores y curadores".
Francisco Solsona, director de Relaciones con Desarrolladores en Latinoamérica de Google, indica que "en las universidades se enseña de forma desconectada y sin metodologías".
En su concepto, los emprendimientos en América Latina tienen un común denominador: "Mala ingeniería, pues cuando escalan, explotan; y mala experiencia de usuario". Cocrear en un buen equipo de trabajo importa cada vez más. Los medios de pago y la infraestructura de comunicaciones también las impactan, pero eso está fuera del control de los creadores.
Respeta que haya cada vez más iniciativas que quieran enseñar a programar a quien se interese pero cree que, como en otras áreas, esto tiene niveles. Se necesitará mayor profundidad para proyectos de mayor envergadura.
Así, la calidad empieza a tener sentido. Como lo dice Jorge Abad, impulsor de la Comunidad Ágiles Colombia. "Excelentes profesionales, metodologías y estándares, son críticos para hacer software de la forma correcta".
Demostrar interés
No obstante, hay que contagiar. No solo por el déficit mundial de talento calificado (El Ministerio TIC cuantificó que harán falta 93 mil ingenieros para 2018, en el país), sino porque resulta una oportunidad de oro de formación.
En Estados Unidos, Hadi Partovi, consejero de DROP box y Airbnb, decidió fundar Code.org, una ONG que quiere volver la computación tan interesante para un joven como lo es su teléfono celular.
En un video llamado Por qué la mayoría de escuelas no enseñan, se refuerza lo expuesto con una frase inspiradora de Steve Jobs: "todo el mundo en este país debe aprender a programar porque esto te enseña a pensar".
Así también lo ve John Freddy Vega, cofundador de la plataforma online, Mejorando.la. "Programar al final del día es una estructura mental para resolver cualquier tipo de problemas. Con ello se forma en pensamiento analítico".
Claro, habrá que recordar —o reaprender— los conocimientos de álgebra y matemática, pero más que nada "es aprender una serie de herramientas y usarlas de manera muy creativa". En su metodología, enseñan qué es un algoritmo a través de Pokemon.
Como todos ellos repiten, no hay que ser un genio para entrar en este mundo, basta ser determinado y buscar la opción correcta, que funcione para cada quien. Las hay gratuita o pagas. Con acompañamiento o sin él.
Un rumbo para un mundo que crece y se conecta cada vez más.// El Universo (CO)
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