Cada día, los productores de tomate que llegan a la central de
Corabastos en Bogotá tienen que retirar por lo menos el 9 % de su
producción. Cuando vienen empacados en cajas tradicionales de madera,
transportados en malas condiciones y han estado propensos a infecciones, lo más
probable es que de cada diez tomates, cinco puedan comercializarse.
Es en este periodo, de poscosecha, que se pierden 1,93 millones
de toneladas de alimentos en el país. Y es más grave. Según el Departamento
Nacional de Planeación (DNP), durante la etapa de producción agropecuaria se
pierden 3,95 millones de toneladas. Esto contrasta con el proceso industrial en
solo se desperdician 342 mil toneladas de comida (3,5 %).
Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores
de Colombia (SAC), considera que se deben tomar medidas urgentes para asesorar a
los productores y evitar las pérdidas de alimentos en el país. El DNP
contabilizó 9,76 millones de toneladas al año botadas, con lo que se
alimentarían 8 millones de personas.
“Hay que mirar con mucho cuidado el proceso de cultivo. El uso de semillas falsas, fertilizantes adulterados, malos análisis de suelo, inadecuada fertilización y ausencia de asistencia técnica, factores que afectan a los productores. El problema en Colombia es muy grave. En 2015 hubo una producción de 32 millones de alimentos; exportó 4 millones, importó 11 millones y desperdició 9 millones”.
En
el caso de frutas y vegetales, según el DNP, de 10,43 millones de toneladas
disponibles al año se desperdician 6.08 millones, un 58 %.
El Ministerio de Agricultura, mientras tanto, prometió sembrar
un millón de hectáreas antes de 2018 y generar inversiones para apoyar a 12
millones de pobladores rurales.
Por ahora, lo cierto es que hay 113 millones de hectáreas
rurales, de las cuales 47 millones son aptas para agricultura, reforestación y
ganadería. Pero solo 5 millones de hectáreas están sembradas. En ese contexto,
Colombia debe comenzar a tomar correctivos urgentes para aprovechar sus
alimentos.
Recomendaciones
Sara Granados, experta de la Organización de las
Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), le dijo ayer a EL
COLOMBIANO que “en el caso de productores, la implementación de prácticas
adecuadas de producción y poscosecha es fundamental. Para el sector de
distribución y procesamiento, es importante el mantenimiento regular de sistemas
de transporte, empaque, embalaje y almacenamiento. Además, el Estado puede
formular marcos regulatorios que favorezcan la inversión en infraestructura,
innovación, capacitación y servicios relacionados con el sector
alimentario”.
Gobernaciones y alcaldías también deberán hacer lo propio.
Según el estudio del DNP, en la región del Eje Cafetero (Antioquia, Risaralda,
Caldas y Quindío) se desperdician 1.06 millones de toneladas de comida al año,
equivalente a un 17 % del total.
Tampoco debe descuidarse el proceso de alimentos en hogares y
plazas de mercado: por cada 100 kilos de comida dañada, 21 kilos son de
supermercados, tiendas de barrio y plazas de mercado.
Mauricio Parra, gerente de la central de Corabastos
(Bogotá), cuenta que a diario llegan entre 15 mil y 12 mil toneladas de
alimentos, de las cuales se pierden unas cuatro toneladas: “nos llegan productos
con debilidades que afectan calidad y precio. Muchas veces la semilla no resiste
a plagas o enfermedades. La fruta es la que más se daña. Ojalá mejoren la
asistencia técnica a productores. Desde la central tratamos de salvar la mayoría
de comida con el banco de alimentos, pero no basta”.// El Colombiano
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