Desde la última semana de marzo, el dinero que proviene de los trabajadores en el extranjero ha caído en más del 60%, según el Banco de la República colombiano
Los efectos del coronavirus y su consecuente crisis económica ya comienzan a sentirse en poblados del eje cafetero colombiano: en el Valle del Cauca o en Antioquia. Allí miles de familias viven del dinero que envían sus familiares desde el exterior. En Pereira, ubicada en la zona cafetera, Orfilia Romero extraña “los 200.000 pesitos (49 dólares)” que le solía enviar su hermana desde España.
Vendedora informal de tinto, como se le dice coloquialmente al café, Orfilia sufre las consecuencias de una doble cuarentena: la de su familiar en Madrid y la de ella en Colombia, que les ha impedido a ambas salir a trabajar y conseguir algún ingreso. “Con lo que ella me mandaba ajustaba para el arriendo y el resto me lo rebuscaba”, cuenta a EL PAÍS. Rebuscar se traduce a conseguir la comida que ha estado escasa en el último mes. Si sale a vender café y viola la cuarentena, le sancionan con un millón de pesos (266 dólares), así que evita pisar la calle. “Imagínese, uno sin trabajo ni con que pagar arriendo y que le cobren eso”, dice la mujer de 62 años a cargo de una abuela de 87.
En Madrid, su hermana trabaja como empleada doméstica y estuvo sin empleo ni ingreso durante el tiempo de confinamiento. Uno de los jefes de su hermana, cuenta Orfilia, enfermó de coronavirus y a ella la mandaron a su casa. Ahora, con la desescalada y el jefe sano, apenas ha vuelto a trabajar dos días por semana.
Las cifras acompañan la realidad de estas hermanas. El Banco de la República informó al Congreso de Colombia que las remesas se desplomaron estrepitosamente desde la última semana de marzo. En tiempos de curvas y picos, la del dinero que ingresa por vía de los trabajadores en el exterior presenta un descenso de más del 60%. La caída de los precios del petróleo y el aumento del dólar en Colombia tenían las remesas en franco crecimiento.
Todo iba más o menos bien para familias que consiguen cada peso a fuerza de trabajos extenuantes y usualmente mal pagos. En el primer trimestre del año Colombia registraba un récord de ingreso de dinero con 1.706 millones de dólares comparado con el mismo periodo del ano anterior, pero la pandemia hizo sus estragos. “¿Qué pasó?, la tragedia que ya todos conocen, el shock del coronavirus, con cierre de la mayor parte de los subsectores de la producción, reducciones en el empleo y en el ingreso de los hogares. El de las remesas fue otro choque”, explicó el presidente del Banco de la República, Juan José Echavarría, al parlamento en sesión virtual.
Para el país andino, el desplome tiene sentido porque el grueso del dinero de remesas llega de ciudadanos que trabajan en España y Estados Unidos, dos de los países seriamente afectados por el coronavirus. En 2019 se recibieron 6.772 millones de dólares desde Estados Unidos, España, Chile y Reino Unido. Pero ahora, con cuarentenas extendidas y muchas empresas detenidas la situación para estos trabajadores no es halagüeña y ese dinero no llegará a su destino.
El Banco Mundial ha proyectado que esta será la caída de las remesas mundiales más grande en la historia reciente. “Esto se debe en gran medida a una caída en los salarios y el empleo de los trabajadores migrantes, que tienden a ser más vulnerables a la pérdida de empleo y salarios durante una crisis económica en un país de acogida”, ha señalado en un informe, en el que proyecta una brusca caída de hasta un 20%, cerca de 445.000 millones de dólares menos a hogares vulnerables del mundo.
En su más reciente informe, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha alertado que los migrantes con salarios más bajos son los más vulnerables a los efectos de la covid-19 y también “juegan un papel importante en la respuesta” porque la mayoría de ellos trabaja en sectores esenciales. Para el 2017 se estimaba que 164 millones de personas eran trabajadores migrantes y eran el 20, 6 y 17,8 % de todos los trabajadores en Norteamérica y en Europa, respectivamente. “Por lo tanto, representan aproximadamente uno de cada cinco trabajadores en esos países y pueden estar entre los primeros afectados por los despidos y las restricciones de movimiento y los bloqueos que afectan los medios de vida, como la pérdida de sus negocios. Las condiciones de vida en viviendas abarrotadas representan un riesgo particular para la propagación de la covid-19 entre los trabajadores migrantes”, alertó la OIM.// El País
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